Cuando un tejido es dañado, sus células liberan histamina que produce la dilatación de los vasos sanguíneos y, por consiguiente, el aporte de grandes cantidades de sangre hacia el área afectada.
Además, los tejidos inflamados liberan líquido intracelular conocido como exudado inflamatorio, que puede acumularse infiltrando los tejidos y dificultando o imposibilitando el funcionamiento del órgano o de la región afectada.
Las inflamaciones pueden ser: AGUDAS O CRÓNICAS.
Son agudas cuando presentan un periodo de hinchazón, dolor e incapacidad creciente que va disminuyendo en poco tiempo.
Son crónicas cuando duran mese o años, con periodos de mayor o menor intensidad, dependiendo de factores como la humedad, la dieta o el estado inmunitario.
La gravedad depende del área afectada, de su estado previo y de la causa que lo provoca.
La inflamación puede producir:
- Dolor
- Enrojecimiento
- Rigidez o perdida de la sensibilidad
- Hinchazón
- Calor
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